Semana históricamente volátil para el mercado global. Las marchas y contramarchas de las medidas de Trump desorientan a los inversores y las preocupaciones aumentan. Lo más claro es un enfrentamiento mano a mano entre EE. UU. y China, con subas de aranceles que superan el 100%, tan inédito como peligroso. El resto del mundo respira algo más aliviado, dado que Trump suspendió por 90 días los aranceles recíprocos, dejando “solo” el 10%. Las negociaciones, las excepciones y el lobby de cada uno de los sectores estarán a la orden del día, lo que será otro factor de volatilidad, aunque con la ventaja de que traería mejores noticias, dado que se espera que los aranceles no queden tan altos como al principio de abril. Seguramente, cuando culmine la vorágine de medidas, EE. UU. tendrá un arancel promedio no menor al 15%, lo que representa un notable cambio respecto al 3% que tenía a fines de 2024, siendo el más alto desde principios de la década del 30. El resto del mundo, y China en particular, caminan en la misma dirección, lo que es un golpe para la globalización. Este cambio obligará a las empresas a reestructurar sus planes de producción, lo que será una transición costosa para la actividad americana y global, con menor crecimiento y más inflación. Con este marco de fondo, la semana se caracterizó por un rebote de las acciones y mejora de los commodities, mientras que los bonos y el dólar fueron los más golpeados, este último alcanzando el nivel más bajo de los últimos tres años. La incertidumbre por la política arancelaria, la caída en la confianza del consumidor y los malos resultados fiscales opacaron los buenos datos de la inflación de marzo, que resultó menor a la esperada. Con una agenda económica más liberada, las miradas de esta semana estarán puestas en la evolución de la guerra comercial, al tiempo que arranca la temporada de balances del 1Q25 de las empresas del S&P 500.
EE. UU. vs. China. A 13 horas de ponerse en marcha el “Día de la Liberación”, que implicaba una fuerte suba de aranceles de EE. UU. para con sus socios comerciales (ver “Aranceles y shock global”), Trump anunció una pausa de 90 días a los aranceles recíprocos –manteniendo la base de 10%– para todos los países que no tomaron represalias. Claro está que el gran excluido fue China, que no solo no buscó acercar posiciones, sino que redobló la apuesta elevando los aranceles a EE. UU. al 84%, por lo que Trump respondió con nuevas subas de hasta 145%, a lo que a su vez el gobierno chino contraatacó subiéndolos hasta 125%. Para EE. UU., el gigante asiático representa el 7% de sus exportaciones y el 14% de sus importaciones, en tanto que para China, el país norteamericano representa el 15% de sus ventas externas y solo el 6% de sus compras. Con estos parámetros, en 2024 el saldo comercial de EE. UU. con China representó el 25% del déficit comercial, al tiempo que desde el lado de China, EE. UU. representó el 36% de su superávit comercial. Así, la guerra comercial escala y, si bien su final es incierto, sus consecuencias son bastante certeras: menor crecimiento y mayor inflación.
Buen dato de inflación. Al igual que la semana anterior, cuando se publicaron los datos de empleo de marzo, la tensión comercial y el aumento de la incertidumbre erosionaron la buena noticia que trajo el dato de inflación de marzo, dado que tanto el primero como el segundo tuvieron resultados mejores a los esperados. En cuanto al IPC, en marzo retrocedió 0,1% m/m –el mercado esperaba un alza de 0,1% m/m– y se ubicó 2,4% por encima respecto a un año atrás, frente al 2,8% i.a. de febrero, siendo el menor incremento interanual desde septiembre del año pasado y alejándose del 3,0% i.a. que había registrado al cierre de 2024. El resultado de marzo marcó la primera caída del IPC desde mayo de 2020, impulsada principalmente por bajas de 2,4% m/m en los costos de la energía y de 1,4% m/m en transporte. También contribuyeron el capítulo de vivienda, que subió 0,2% m/m –vs. 0,3% m/m de febrero–, e indumentaria, que anotó un alza de 0,4% m/m –vs. 0,6% m/m del mes anterior–. Esto fue parcialmente compensado por la aceleración en los precios de los alimentos, que aumentaron un 0,4% m/m –vs. 0,2% en febrero–, y salud, que lo hizo al 0,5% m/m –desde 0,3% en febrero–. Con esto, el IPC Core (que excluye alimentos y energía) apenas subió 0,1% m/m, muy por debajo de la expectativa del mercado de un 0,3% m/m, siendo el aumento mensual más bajo desde junio de 2024. En los últimos doce meses acumuló un alza de 2,8%, quebrando la barrera del 3,0% por primera vez desde marzo de 2021.
Derrumbe de la confianza. El índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan para EE. UU. se desplomó 11% respecto a marzo y se ubicó en 50,8 en abril de 2025, el nivel más bajo desde junio de 2022 y muy por debajo de las previsiones de 54,5. Se trata del segundo valor más bajo desde 1952 y se encuentra por debajo del que existía durante la Gran Recesión. El índice cayó por cuarto mes consecutivo y ya acumula una pérdida superior al 30% desde diciembre de 2024, en medio de la creciente preocupación por la evolución de la guerra comercial. Las expectativas sobre las condiciones comerciales, las finanzas personales, los ingresos, la inflación y los mercados laborales continuaron deteriorándose. El indicador de condiciones económicas actuales bajó a 56,5 desde 53,8, y el índice que mide las expectativas descendió a 47,2 –el nivel más bajo desde mayo de 1980– desde 52,6. Mientras tanto, las expectativas de inflación para los próximos doce meses se dispararon a 6,7% –la lectura más alta desde 1981– desde el 5%, mientras que para los próximos cinco años subieron a 4,4% desde 4,1%.
Deterioro fiscal. Como lo venimos remarcando, el principal desafío del gobierno de Trump no es equilibrar las cuentas externas, sino las cuentas públicas, ya que en los últimos años aumentó el gasto primario y la carga de intereses, con los ingresos manteniéndose estables. De hecho, en 2024 terminó con un déficit primario de 3,9% del PBI y uno global de 7,0% del PBI, lo que hizo que la deuda pública supere el 100% del PBI. En este contexto, los datos de marzo marcaron un déficit presupuestario de USD 161 MM, 32% más bajo respecto al año anterior, debido principalmente a un cambio en el calendario de pagos de beneficios. A pesar de esta disminución mensual, en la primera mitad del ejercicio fiscal 2024/25 –con ingresos subiendo 3,3% i.a. y gasto total al 10% i.a. (la carga por intereses subió 14% i.a. y el gasto primario 9% i.a.)– el Tesoro reportó un déficit de USD 1.307 MM,, 23% más alto al del mismo período del ejercicio anterior, siendo el segundo más elevado para los primeros seis meses de cualquier año fiscal, solo superado por el de 2021 que sobrepasó los USD 1.700 MM y estuvo fuertemente influenciado por el gasto relacionado con la pandemia. En otros términos, en los seis meses del año fiscal el déficit llegó al 4,4% del PBI, por lo que anualizado se ubica cerca del 9%.
Bonos golpeados. A pesar del contexto de mayor incertidumbre y riesgo de recesión, los rendimientos de los bonos del Tesoro operaron con subas generalizadas, en especial en el tramo largo de la curva. La UST2Y cerró la semana en 3,97%, 30 pb por encima de la semana previa, en tanto que la UST10Y y la UST30Y subieron 50 pb y terminaron en 4,50% y 4,88%, respectivamente, alcanzando su nivel más alto desde mediados de febrero. Esta suba en los rendimientos implicó la liquidación semanal más pronunciada en el mercado de bonos estadounidense desde septiembre de 2019, lo que indica una posible erosión de la confianza en la tradicional condición de refugio seguro de la deuda pública estadounidense. Como resultado, arrastró a toda la renta fija, que a nivel agregado marcó una caída de 2,4% en la semana, impulsada por los bonos corporativos Investment Grade que perdieron 3,3% y los bonos del Tesoro que lo hicieron 2,3%, mientras que los corporativos High Yield no registraron cambios, dado que ya habían caído fuertemente la semana previa.
Se debilita el dólar. La incertidumbre sobre la evolución de la economía americana siguió golpeando la cotización del dólar frente a las principales monedas, aunque se fortaleció frente a las monedas emergentes. Concretamente, el índice del dólar DXY cayó 2,8% en la semana y cerró en 100,2, el nivel más bajo en casi tres años. El principal retroceso se dio frente al euro, contra el cual retrocedió 3,6% en la semana –en el mes acumula una caída de 4,8% y en lo que va del año de 8,9%–, cerrando en el nivel más bajo desde enero de 2022. También perdió frente al yen, que cerró el viernes cotizando en USDJPY 143, 2,3% por debajo de la semana anterior –en abril pierde 4,3% y 8,7% en lo que va de 2025–. Diferente fue el caso del yuan y el real brasileño, frente a los cuales avanzó 0,1% y 0,4%, respectivamente, –el real brasileño terminó la semana cotizando en USDBRL 5,83–.
La mirada de la Fed. En las minutas de la última reunión, las autoridades de la Fed esperaban un aumento de la inflación para este año a partir del impacto de los aranceles elevados, aunque reconocieron una considerable incertidumbre sobre la magnitud y la persistencia de estos efectos. Al mismo tiempo, la mayoría de los funcionarios destacaron la posibilidad de que las presiones inflacionarias de diversas fuentes pudieran resultar más persistentes de lo previsto. Casi todos los participantes consideraron que los riesgos de inflación estaban sesgados al alza, mientras que los riesgos para el empleo se percibían como sesgados a la baja. Recordemos que en dicha reunión, la Fed mantuvo la tasa de interés sin cambios en 4,25%-4,5%, extendiendo la pausa en su ciclo de recortes de tasas que comenzó en enero, en línea con las expectativas. La Fed también elevó sus expectativas de inflación para 2025 y 2026 y rebajó sus pronósticos de crecimiento para 2025, aunque aún anticipa una reducción de las tasas de interés de alrededor de 50 puntos básicos este año, al igual que en la proyección de diciembre.
Se recuperan los commodities. Tras el derrumbe de la semana anterior, los precios de las materias primas tuvieron una semana de recuperación generalizada, salvo en el caso del petróleo, que cerró prácticamente sin cambios, aunque con gran volatilidad. El precio de la soja subió 6,7% hasta USD 383 la tonelada –en el mes acumula un alza de 2,8% y 4,5% en lo que va del año–. También fue una semana positiva para el cobre, que avanzó 2,8% y compensó parte de las pérdidas de la semana previa –en lo que va del mes pierde 10%, aunque en el año acumula un alza de 13,1%–. El precio del petróleo terminó con una caída de 1%, hasta USD 61,5 el barril de WTI, acumulando en abril y en lo que va de 2025 un retroceso de 14% ante las crecientes preocupaciones sobre la demanda. La Administración de Información Energética de EE. UU. recortó su pronóstico de demanda mundial de petróleo, advirtiendo que las tensiones comerciales prolongadas podrían frenar el consumo, mientras que la OPEP+ sorprendió a los mercados al acelerar los planes para impulsar la producción, lo que generó temores de un exceso de oferta. Finalmente, el oro rebotó 6,5% y cerró la semana cotizando en USD 3.236 la onza, nuevo récord histórico.
Rebote las acciones americanas. En una de las semanas más volátiles de la historia, finalmente las acciones en general terminaron con importantes subas que permitieron achicar las pérdidas acumuladas en lo que va del mes y del año, ubicando al período como uno de los peores arranques de los últimos tiempos. Los inversores no pierden las esperanzas de un posible acuerdo comercial entre EE. UU. y China. Concretamente, la semana pasada el S&P 500 subió un 5,7%, el Dow Jones un 4,9%, al tiempo que el Nasdaq lideró la recuperación con una suba de 7,4%. Encabezadas por el salto de Nvidia (+17%) y de Microsoft (+8%), las acciones del sector tecnológico subieron 8,9% en la semana –aunque en abril acumulan una caída de 3,9%–, siendo el sector de mejor desempeño, mientras que el peor volvió a ser el energético, que apenas repuntó 0,2%, acumulando en abril una caída de 15%. Con este resultado, en lo que va de abril el S&P 500 acumula una caída de 4,5% y de 8,9% en lo que va de 2025. En el mismo período, el Dow Jones perdió 4,3% y 5,5%, en tanto que el Nasdaq es el que menos cae en abril (–3,1%) pero el que más pierde en el año, con un derrumbe del 13,3%.
Todas las bolsas festejaron, menos China. Entre los vaivenes de la guerra comercial, la mayoría de las bolsas del mundo festejó la tregua de 90 días que anunció Trump para los aranceles recíprocos. En concreto, el índice de acciones global subió 4,8% en la semana y 4,5% si se excluye a EE. UU. Entre los de mejor desempeño estuvieron Japón, con un avance de 7,0%, seguido por Europa que subió 5,3%, mientras que el índice emergente aumentó 2,9%. El flojo desempeño de este último se debió a que, a contramano del resto del mundo, las acciones chinas retrocedieron 0,6%. Tampoco fue una buena semana para Latam, que apenas subió 0,3%, con Brasil anotando un alza de 0,8%. Con estos resultados, en lo que va de abril y del año, el índice global de acciones perdió 4,5% y 5,4%, respectivamente, en tanto que si se excluye a EE. UU., la caída de abril se reduce a 3,5% y en el acumulado del año pasa a una ganancia de 2,9%.
Lo que viene. En una semana corta por los feriados de Semana Santa, la atención de los inversores se centrará en las novedades en torno a la guerra comercial y los comentarios de Jerome Powell, quien tiene previsto hablar en el Club Económico de Chicago. En cuanto a los datos económicos, se espera que las ventas minoristas de marzo muestren una sólida suba del 1,3% m/m, probablemente impulsado por la expectativa de suba de precios ante el aumento de aranceles. También se publicará la producción industrial, para la cual se proyecta una caída del 0,3% m/m, interrumpiendo tres meses consecutivos de recuperación. En el mercado de viviendas, se prevé que el inicio de la construcción se modere hasta los 1,41 millones de unidades luego del repunte de febrero. No menos importante será la temporada de resultados del 1Q25, donde las miradas estarán puestas en las previsiones futuras en medio de la actual incertidumbre económica. Los informes de resultados de Goldman Sachs, Bank of America, Citigroup, Johnson & Johnson, Abbott Laboratories, American Express, Blackstone, UnitedHealth Group y Netflix serán el centro de atención.