La mayoría de los datos económicos de los EEUU en el mes de junio fueron positivos. Por un lado, volvió la inflación al consumidor luego de tres meses de deflación: fue 0,6% la total -con fuerte impacto de los precios de la energía, que subieron más de 10%- y la inflación núcleo fue de sólo 0,2%. Esto aleja, por ahora, el riesgo de deflación global. Lógicamente, el dólar se está desvalorizando, como analizamos más adelante. En sintonía, los salarios reales cayeron en junio (-1,7%).
En cuanto a la actividad económica, hubo fuertes subas en las encuestas de gerentes de compras, en las ventas minoristas, en la confianza del consumidor, en la industria manufacturera y en la construcción y la actividad inmobiliaria, con precios de las viviendas resistentes a la baja.
En fin, las exportaciones siguen cayendo, pero las importaciones dejaron de hacerlo. Una historia análoga podría contarse de China, con subas menores porque también lo fueron las caídas previas. En Europa, como es habitual, las mejoras están siendo más lentas.
Pese a estas auspiciosas señales - impulsadas principalísimamente cierta inflexión de la pandemia en muchos países, más la aparente mayor cercanía de la vacuna- el FMI castigó el crecimiento proyectado para el 2020 (tercera columna del Cuadro 1), compensándolo parcialmente con una mayor mejora en el 2021 (última columna). En ese marco, el desempeño de los tres países latinoamericanos incluidos en el Cuadro es decepcionante. Sus caídas proyectadas para 2020 son sólo peores que las del Área Euro, pero las correcciones hechas por el FMI entre abril y junio fueron las más negativas, y no sorprendería que vuelvan a empeorar
En el Cuadro 2 podemos ver el desenvolvimiento de otras variables relevantes para apreciar la coyuntura de la economía global desde el inicio de la COVID. Sobresale nítidamente la depreciación del dólar, no sólo respecto del euro y del oro, sino también de muchas otras monedas y de las commodities. En realidad, todos los activos y bienes fueron afectados, pero el peso argentino fue el único activo que cayó, junto al dólar. Así puede verse en el predomino del color verde en la última columna del Cuadro 2, indicativo de que subieron los precios de ese bien entre junio y julio.
Por un camino imprevisible, la pandemia, parece realizarse nuestro pronóstico de 4 años atrás, que otorgaba alta probabilidad a la desvalorización del dólar estadounidense.
La pregunta que sigue, bastante relevante para la Argentina, es si continuara esta flojera del dólar. En nuestra opinión, ella continuará sólo si la pandemia vuelve a agravarse o si resultan fallidos los pronósticos de la cercanía de la vacuna. De no ser así, la Reserva Federal aumentará sus tasas de política monetaria y el dólar se fortalecerá.
Por lo tanto, aunque hoy estamos mejor que el mes pasado, es poco probable que la Argentina se beneficie significativamente de una sostenida o mayor desvalorización del dólar. Más probable es que pueda aprovechar una mejora proveniente del debilitamiento de la pandemia –que no es poco- y de la consecuente mejora del crecimiento global.