El gobierno quiere llegar lo más sólido posible a la elección, cuyas fechas aún no están definidas. Dentro de una fragilidad enorme y una economía sin inversión, con pobreza creciente y alta inflación, la idea central es evitar que el dólar blue crezca fuerte, tal como sucedió en octubre de 2020 cuando alcanzó los 200 pesos. Con un sistema que tiene costos para apaciguarlo y que supone tasas elevadas, Guzmán lo ha conseguido durante el verano, y es de esperar que esto siga así, aunque nadie descarta tensiones cambiarias más cerca de las elecciones. El segundo trimestre es favorable por la liquidación de dólares de la cosecha,  beneficiada además por el precio de la soja. Si crece el dólar blue arrastra al dólar oficial, por eso es central que el gobierno tenga un freno de mano para no alentar más inflación.

Lo ideal es llegar con recuperación de actividad, algo que se subordina directamente a lo que el gobierno plantee como estrategia de ataque a la pandemia. No obstante, es una variable que depende también de la vacunación, ya que con la misma se llegaría a un escenario de mayor circulación de personas y, por lo tanto, con más trabajo en las empresas. Si la segunda ola es agresiva, la actividad se verá resentida por las restricciones que afectarán a la oferta de bienes y servicios. 

La clave, además de llegar con buena actividad (que beneficiaría el empleo), es bajar la inflación mensual de 4% a 2%, un hecho que parece improbable. Para llegar a 29% este año, como lo indica el Presupuesto, la inflación debería ser 1,7% desde abril a diciembre, algo que es sinceramente imposible. En lo que se refiere a la relación con el Fondo, al no se relevante para la elección, la van a querer posponer. Existe un debate entre los que quieren extender los plazos de pago a 20 años frente a los  previstos que son menores. El recurso a los DEGs en la primavera es interesante y da un alivio transitorio.

Es de manual que los gobiernos quieran llegar a las elecciones con los precios bajo control. En el 85' con el Austral funcionó, en el 88' con el Plan Primavera la hiperinflación llegó antes y la gran corrida cambiaria influyó en que Alfonsín dejase antes el poder. A Macri no se le dio bien este tema, ya que la derrota en las Paso lo hizo perder el control del dólar. Veremos cómo transcurren los acontecimientos. Habrá que seguirlos en el día a día. Claramente, no ayuda tener tan pocas reservas netas, aunque se espera que el precio de la soja sea favorable para que nos genere más dólares de exportación. Por supuesto que hay otros frentes relevantes, aunque no son necesariamente económicos: uno de ellos es la inseguridad, que influye también en circunstancias de elecciones. Los aspectos institucionales (justicia, corrupción y libertad de prensa) no son factores relevantes a la hora de votar, salvo para segmentos puntuales de la clase media.

Si la pandemia recrudece, el gobierno debería reflotar el IFE y ATP para contener la cuestión social que puede desalinearse todavía más. Ciertamente, es relevante el control de la calle y evitar situaciones de protestas graves que afecten a la opinión pública. En definitiva, un trabajo de relojería donde es central atrasar tarifas, seguir con el régimen soviético de control de precios, contener el tipo de cambio oficial para que no incida en precios. Puede salir bien, aunque el día después es otro cantar porque se van a ir acumulando tensiones cambiarias y tarifarias. Esta corrección post elecciones puede ser realizada con orden o por el mercado mismo de modo caótico. Para la política, en un balance de fuerzas tan disputado (el oficialismo no logra imponerse en Diputados), es clave ganar la elección, léase en la práctica ganar el Gran Buenos Aires. Esperemos que la voracidad electoral no perjudique a una economía que está muy frágil y que no logra salir de la estanflación.