Luego del optimismo por el control de la pandemia, sobrevino el pesimismo causado por la invasión de Rusia a Ucrania. Los mercados están muy volátiles, quizás con predominio del pesimismo. Pensamos que la inflación se reencauzará, aunque muy gradualmente, y lo más probable es que tendremos una desaceleración de la economía global, cómo se ve en la gran cantidad de rojos en el Cuadro 1, basado en proyecciones del FMI de octubre que, curiosamente, muestran mejoras sólo para el Cono Sur, debido a los mejores precios de sus commodities.
Bajar la inflación y consumir más energías verdes serían el (¿módico?) precio de la amenazante crisis global. Por segundo mes consecutivo, como se esperaba, la Reserva Federal subió las tasas 75 puntos básicos, dejándolas entre 2,25 y 2,50 anual, pero habrá más y aún se abre la posibilidad de revisiones quincenales. Noticias peores trajo agosto, con precios minoristas que aumentaron en EEUU sólo 0,1% m/m, pero 8,3% en los últimos doce meses y, aumentos anuales mayores en alimentos (más del 10%), y en energía, mayores que superó el 20% anualizado. Es muy probable que estas tasas altas de inflación, haya desatado el pesimismo (oscilante) de las últimas semanas. Se espera con ansiedad la variación anual del PIB del tercer trimestre, probablemente la tercera negativa consecutiva. Mientras tanto, Brasil sorprendió creciendo 1,2% en T2. No es claro, todavía, si ello aumentará las chances de Bolsonaro en las elecciones de octubre.
El crecimiento global fue recortado en julio por el FMI a 3,2% en 2022 (dramáticamente menor que el 4,9% estimado en octubre pasado), y a sólo 2,7% en 2023. El aumento medio del PIB global en el cuatrienio 2020-2023, caería a 2,2%, abonando nuestra tesis de fuerte desaceleración del crecimiento global.
En el cuadro 2 vemos que el dólar se afirma fuertemente, a tal punto que, con pocas excepciones, todos los restantes indicadores cayeron. Como insistimos siempre, no hay que omitir los peligros de la gigantesca deuda global, pública y privada: 333 billones de USD y 390% del PIB mundial. En ese marco, será casi imposible tomar deuda “barata” y así evitar o moderar la recesión global.
El contexto global está ayudando, por ahora, a la Argentina, fundamentalmente por el precio de los granos. Lo propio ocurriría con los combustibles si Vaca Muerta estuviera funcionando a full.
El nuevo gobierno argentino, con Sergio Massa actuando como primer ministro de facto, podría ser (1) que se evite una profundización de la crisis y (2) que eventualmente, logre converger a menores tasas de inflación si genera un plan de estabilización, hasta ahora ausente, porque está en la agenda, pero ni el ministro ni su equipo muestran hasta ahora la decisión de llevarlo a cabo, dados sus costos políticos.