La producción de granos y oleaginosas en Argentina para el año entrante presenta un panorama alentador tras superar un inicio afectado por condiciones climáticas adversas. Se proyecta un volumen total cercano a 120 M de toneladas entre los tres principales cultivos, lo que significa un incremento de casi un 5% respecto al ciclo anterior, impulsado por mejores rendimientos y un mayor avance en la siembra. Las lluvias registradas hacia finales de 2024 contribuyeron a mejorar las reservas hídricas y permitieron alcanzar un avance del 97% y 60% del área proyectada para la soja y el maíz, respectivamente, lo que se traduce en mejores expectativas para los rindes de ambos cultivos. Sin embargo, el ajuste de los precios, especialmente de la soja, podría contrarrestar este crecimiento. Si los valores actuales se mantienen, se estima que el valor de la cosecha rondaría los USD 32.000 M, similar al del año anterior, por lo que, bajo el esquema del blend vigente, la oferta de divisas en el mercado de cambios se ubicaría en torno a los USD 23.000 M.
La producción de trigo en Argentina se proyecta en 18,3 M de toneladas (promediando las estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y el USDA de Estados Unidos), lo que implica un incremento respecto a los 15,2 M de la campaña anterior. Esta cifra es una de las más precisas, dado que la cosecha ya avanzó al 63% del área proyectada, con rendimientos promedio de 30-31 qq/ha y picos superiores a lo esperado en zonas clave como el Núcleo Sur y el Sudeste de Buenos Aires. Las lluvias oportunas y temperaturas moderadas durante etapas críticas contribuyeron a este desempeño, que superó ampliamente las expectativas iniciales. A nivel global, la producción de trigo se contrae ligeramente a 793 M de toneladas, mientras que los stocks finales mundiales se estiman en 257,7 M, el nivel más bajo desde la campaña 2015/16. Esta reducción en los inventarios podría ejercer presión alcista sobre los precios internacionales. En el ámbito regional, la Unión Europea y Rusia sostienen su liderazgo en la oferta, aunque con ajustes en sus proyecciones debido a factores climáticos y regulatorios. Paralelamente, Brasil incrementa su dependencia de importaciones, consolidando a Argentina como su principal proveedor.
Aunque es prematuro para estimar con precisión, la producción de soja en el país se proyecta en 52 M de toneladas, superando los 49,5 M de la campaña anterior. Este rebote posiciona a la Argentina como un actor central en la oferta global, en un contexto donde se espera que la producción mundial alcance 427,1 M de toneladas (Brasil con 169 M). A nivel local, las condiciones climáticas actuales y una gestión adecuada de nutrientes generan expectativas de mayor procesamiento industrial, con una previsión de 41 M de toneladas de soja destinada a molienda, 1 M más respecto al ciclo anterior. Sin embargo, los stocks finales globales, estimados en 132,5 M de toneladas, reflejan una mejora frente al periodo previo, lo que podría impactar negativamente en los precios, que ya muestran una tendencia descendente en las últimas ruedas.
Por último, la producción de maíz en Argentina se estima en 49,6 M de toneladas, apenas por debajo de los 50,0 M del ciclo anterior. En el plano local, el maíz temprano muestra un desarrollo favorable gracias a las lluvias recientes, que mejoraron las reservas hídricas. Mientras que, a nivel global, si bien la producción se mantiene estable en 1.217 M de toneladas, los stocks finales descienden a 296,4 M. Esta reducción en los inventarios internacionales genera presión alcista sobre los precios, debido a una menor oferta en regiones clave de Estados Unidos.
El cierre de 2024 señala una liquidación neta de divisas por importaciones estimada en USD 23.000 M, lo que supone un incremento del 30% respecto a 2023 y anticipa un flujo similar para 2025. Este monto incluye importaciones del sector agroindustrial, en particular de soja para industrialización y otros insumos, que alcanzarían USD 2.450 M. La continuidad del esquema del "dólar blend" seguirá condicionando la dinámica de ingresos y egresos del sector, estableciendo límites a la capacidad de generación neta de divisas. Por su parte, las nuevas normativas del BCRA, como la extensión a 30 días del plazo para la liquidación de divisas de productos clave como trigo, maíz y soja, buscan moderar la estacionalidad de los ingresos sin alterar significativamente la operatividad del mercado. En resumen, el aporte del agro en 2025 se proyecta similar al de este año, condicionado por las fluctuaciones de los precios internacionales y la evolución de las condiciones climáticas, hasta ahora favorables.