En los últimos tres meses, el mercado cambiario marcó un fuerte deterioro. Pese al refuerzo del control de cambios de fines de mayo, desde la segunda quincena de junio que el saldo fue negativo y el BCRA tuvo que sacrificar cada vez más reservas internacionales con tal de contener la suba del tipo de cambio oficial.
La incertidumbre se refleja en el precio de los activos financieros y la exitosa reestructuración de la deuda externa no parece haber servido para mejorar las expectativas.
Concretamente, tras un resultado favorable de USD672 M en junio, en julio el BCRA vendió USD568 M. En agosto, pese al acuerdo por la deuda que despejaba una pesada carga de vencimientos para los próximos años, la pérdida de reservas se aceleró y el BCRA duplicó la venta de divisas.
Lejos de moderarse, la tensión cambiaria se profundizó en septiembre y las ventas netas superaron los USD1,600 M. El refuerzo del control de cambios aplicados a mediados de mes que apuntó a limitar la venta para dólar ahorro y obligó a las empresas a refinanciar el 60% de los vencimientos de deuda en moneda extranjera no tuvieron otro resultado que agregarle más presión al tipo de cambio paralelo y a la brecha cambiaria que se acerca al 100%, la más altas de los últimos 30 años.
Faltan dólares porque el superávit comercial se achica y ya no alcanza para abastecer la demanda neta de divisas por las demás operaciones. El superávit comercial se reduce porque las exportaciones caen cada vez más mientras que las importaciones, pese a la caída del nivel de actividad, suben mes a mes. A esto se suma que la demanda neta por otras operaciones se mantiene firme, ya sea por dolarización de los ahorros (ya son 4 millones de personas las que comprar los USD200 permitidos), como por cancelación neta de préstamos financieros que implican un drenaje continuo de divisas desde principios del año pasado.
Esta dinámica se hizo sentir en las reservas internaciones netas (esto es, las reservas totales netas de préstamos con otros bancos centrales, el swap con China y los encajes en moneda extranjera) que en los últimos tres meses bajaron de USD9,000 M a USD5,000 M. En otras palabras, la política cambiaria de deslizamiento gradual del tipo de cambio oficial no es sostenible pues de no revertir la tendencia reciente, hacia fin de año el BCRA no contaría con las reservas para hacer frente a la salida neta de capitales que padece la economía.
Con este marco de fondo, el ajuste más rápido de tipo de cambio oficial aumenta la probabilidad de ocurrencia, sólo resta definir en qué momento lo hará y a cuál será la dosis. Cuanto más y mejores señales aporte el gobierno en cuanto a la sostenibilidad macroeconómica, menor será el impacto. Las señales siguen siendo difusas y, aunque puedan ganar algo de tiempo con alguna medida de acelerar la liquidación del agro, no será suficiente pues el equipo económico padece de la credibilidad necesaria para revertir las expectativas. La tensión cambiaria continuará.
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