La agenda de Biden, sumada a la cumbre del G7, con sus objetivos de neutralidad de carbono a ser alcanzados en los próximos 30 años en Europa (ver nota sobre Transición Energética), constituyen claros signos de un renovado compromiso de las naciones para hacer frente al cambio climático. Para ello, no quedan dudas, harán falta inversiones sin precedentes destinadas a cambiar las matrices energéticas.

Por el lado del presidente norteamericano, su agenda incluye programas de inversión que fomentan las energías renovables, además de medidas concernientes a frenar oleoductos y nuevas perforaciones petroleras. Esto es un cambio radical desde la presidencia de Trump, bajo cuyo mandato Estados Unidos se retiró del Acuerdo de París. Y Europa no se quedó atrás: sus estímulos fiscales aprobados en julio de 2020 incluyeron USD 572.000 M –un cuarto del monto total– en partidas destinadas al desarrollo de energías renovables y vehículos eléctricos. Se trata del mayor programa de inversiones verdes anunciado hasta el momento. Y si miramos a lo largo de Asia, también se registran medidas que apuntan al mismo objetivo.

Esta tendencia no tardó en reflejarse en las carteras de inversión. Paul Polman, empresario y referente mundial de los modelos de negocio sostenibles, afirmó que “el 88% de los inversores en el mundo colocan riesgos del cambio climático en la parte superior de las preocupaciones de su cartera". En esta línea, las inversiones ESG –siglas en inglés de “ambientales, sociales y gubernamentales”– ganan terreno, tanto en volumen operado como en el número de inversores que deciden incorporar ESG en sus carteras.

Según el propio Polman, esto no es ninguna sorpresa, ya que “el 81% de estas inversiones superaron sus índices de referencia”, rendimientos difíciles de encontrar en otras alternativas de inversión.

Commodities con precios altos que llegaron para quedarse

La “descarbonización” de la cartera aparece como una necesidad imperiosa entre los inversores actuales, y la siguiente pregunta es: ¿cómo invertir contra el cambio climático?

Puede acreditarse una nueva y permanente fuente de demanda para un privilegiado grupo de commodities que resultan indispensables, entre los que se destacan el cobre y el aluminio.


En el caso del cobre, cuyo valor se incrementó 45% en los últimos 12 meses, su rol en la transmisión de electricidad lo vuelve fundamental para los vehículos eléctricos, que requieren 4x más de este metal por kg que los vehículos con motor de combustión. Las estaciones de carga de estos vehículos también son intensivas en cobre, al igual que las turbinas eólicas y los paneles solares.

El aluminio acumula una suba de 52% en 12 meses y alcanzó valores no vistos en más de una década este lunes en el London Metal Exchange, bolsa de referencia internacional para este metal.

Nace una nueva -y permanente- fuente de demanda para un privilegiado grupo de commodities que resultan indispensables: se destacan el cobre y el aluminio.

La transformación energética requiere aluminio para diferentes partes estructurales, también para los marcos de paneles solares. Si bien su rol no parece fundamental a simple vista, se estima que su demanda con destino a la energía solar aumentará desde 2,4 M de toneladas en 2020 hasta al menos 4,6 M de toneladas anuales en los próximos 20 años, llegando eventualmente a explicar más del 10% del consumo total de aluminio.

A lo anterior deben sumarse fuentes adicionales de demanda relacionadas al combate del cambio climático. Su menor peso lo vuelve necesario para reducir consumo en autos eléctricos y también cuenta con propiedades que colaboran con la eficiencia energética en edificios.