Tras el feriado del lunes por el Día del Trabajo, los mercados tuvieron su peor jornada desde aquel "lunes negro" del 5 de agosto. Resurgieron las preocupaciones sobre la salud de la economía estadounidense, y una liquidación masiva de acciones tecnológicas impactó negativamente a los mercados. El S&P 500 cayó un 2,1%, el Dow Jones retrocedió 1,4% y el Nasdaq fue el más afectado con una caída del 3,1%. En tecnología, las acciones como Nvidia, Broadcom, Qualcomm y Micron cayeron un 9,5%, 6,2%, 6,9% y 8%, respectivamente. También se registraron descensos significativos en el sector de servicios de comunicación, con Alphabet y Netflix bajando un 3,7% cada uno. Por su parte, los rendimientos de los bonos del Tesoro volvieron a disminuir, con la UST10Y descendiendo por debajo del 3,85%, cerca de los mínimos de 14 meses alcanzados en agosto. En este contexto, los bonos del Tesoro se destacaron como los únicos ganadores de la jornada, registrando un alza promedio de 0,2%, mientras que los demás índices de renta fija experimentaron caídas generalizadas.
El dato que generó mayor preocupación fue el PMI manufacturero de ISM, que subió a 47,2, quedando por debajo de las expectativas del mercado que esperaba 47,5. Este resultado refleja la 21ª contracción mensual consecutiva de la actividad fabril de EE. UU., lo que amplía el débil impulso de la manufactura en la economía estadounidense, subrayando el impacto de las elevadas tasas de interés de la Fed en el sector. Los encuestados observaron una nueva caída en los niveles de nuevos pedidos (44,6 frente a 47,4 en julio). En consecuencia, la producción se redujo a un ritmo más acelerado (44,8 frente a 45,9), a pesar de otro período de agotamiento de la cartera de pedidos (43,6 frente a 41,7). Mientras tanto, los niveles de empleo descendieron por tercer mes consecutivo (46 frente a 43,4), aunque a un ritmo más lento. En cuanto a los precios, los costos se incrementaron a un ritmo más rápido (54 frente a 52,9), firmemente por encima de las expectativas del mercado que esperaban una desaceleración a 52,5, desafiando las esperanzas de la Fed de desinflación en la economía.
En el mercado de commodities, se destacó la caída del petróleo WTI que perdió 4%, cerrando en USD 70,3 el barril, el nivel más bajo desde principios de enero, ya que la escasa demanda magnificó el impacto de una oferta relativamente amplia. Nuevos datos de China exacerbaron las preocupaciones de que es poco probable que el crecimiento económico de uno de los mayores consumidores de petróleo del mundo se recupere este año y los indicadores clave de la demanda fabril interna cayeron más de lo esperado en agosto. Esto se vio reflejado en los datos de ganancias de los principales productores y refinadores de petróleo chinos, que reflejan una menor demanda de combustible; Sinopec, PetroChina y CNOOC publicaron ingresos decepcionantes, en línea con datos anteriores de seguimiento de buques que reflejaban menores entradas de superpetroleros de petróleo al país. En EE. UU., los datos de la EIA mostraron que el consumo de petróleo de EE. UU. en junio cayó a su nivel estacional más bajo desde 2020.
En Brasil, el PBI del 2Q24 aumentó 1,4% t/t, superando las expectativas del mercado que esperaba un alza de 0,9% y aceleró respecto al 1Q24 que había marcado una expansión del 1% t/t –incluso revisado al alza-. Con este resultado, en los últimos doce meses la actividad mostró una expansión de 3,3% i.a. El consumo privado registró un alza del 1,3% t/t y 4,9% i.a., impulsado por un alto nivel de transferencias gubernamentales, en paralelo al aumento del 1,3% t/t y 3,1% i.a. en el gasto público. Mientras tanto, la inversión fija bruta creció un 2,1% t/t y 5,7% i.a. Sin embargo, la demanda externa neta restó al crecimiento del PBI, ya que las importaciones se incrementaron un 7,6% t/t y 14,8% i.a, mientras que las exportaciones crecieron un modesto 1,4% t/t y 4,5% i.a. debido a la caída en los precios de las principales materias primas. Este desempeño marca una recuperación sostenida de la economía brasileña después de un final de 2023 con menor impulso, e hizo elevar los pronósticos de crecimiento para 2024 al alza (en torno al 3% anual por tercer año consecutivo).