Luego de que Biden sugiriera apoyar la posibilidad de que Israel ataque instalaciones petroleras en Irán, las preocupaciones sobre una escalada en el conflicto en Medio Oriente –y su impacto en la oferta de combustibles a corto plazo– volvieron al centro de la escena. Tel Aviv había prometido tomar represalias por el ataque iraní de esta semana, además de aumentar su actividad en Beirut en su lucha contra Hezbollah. Como resultado, el precio del petróleo saltó un 5% en la jornada de ayer, con el WTI cerrando en USD 74 por barril, acumulando un alza del 9% en la última semana.
En este contexto, los mercados registraron caídas generalizadas, con el índice VIX subiendo 8,4%, alcanzando 20,9, su nivel más alto desde principios de septiembre. Los tres principales índices estadounidenses cerraron en números rojos el jueves: el S&P 500 cayó 0,2%, el Dow Jones retrocedió 0,5% y el Nasdaq tuvo una leve baja de 0,1%. Los rendimientos de los bonos del Tesoro volvieron a operar al alza, con la UST10Y cerrando en 3,85% (6 pb por encima del día anterior) y la UST2Y en 3,72%. Esto provocó que todos los índices de renta fija terminaran la jornada en baja, destacándose los corporativos Investment Grade, con una caída de 0,6%. El dólar se fortaleció 0,3%, mientras que el oro tuvo un leve retroceso de 0,1%, cerrando en USD 2.656 la onza. El resto de los commodities, salvo el petróleo, también retrocedieron levemente. La jornada negativa se reflejó a nivel global, con todas las bolsas en baja, destacándose China, que tras un fuerte rally de los últimos días (superior al 20%), perdió 2,6%.
Entre los indicadores económicos del día, destacó el PMI de servicios del ISM en EE. UU., que en septiembre subió a 54,9 desde 51,5 en agosto, superando ampliamente las expectativas del mercado, que preveían 51,7. Este fue el mejor resultado desde febrero de 2023, impulsado por aumentos más rápidos en la actividad empresarial (59,9 frente a 53,3), los nuevos pedidos (59,4 frente a 53) y los inventarios (58,1 frente a 52,9), aunque el empleo mostró una disminución (48,1 frente a 50,2). Además, se incrementaron las presiones sobre los precios (59,4 frente a 57,3) y la cartera de pedidos se mantuvo baja (48,3 frente a 43,7). Las entregas de proveedores, por su parte, volvieron a expandirse (52,1 frente a 49,6).